Me gusta calentar tortillas o pan en sartenes que ya se usaron para cocinar algo más. Creo que esos restos que se quedan, sazonan ligeramente la tortilla o pan con sabor del guiso al que alguna vez pertenecieron. En mi depa, yo me veo beneficiado de esto en numerosas ocasiones porque creo que mis roomies usan los sartenes para preparar guisos más elaborados que yo, como hace breves momentos que me hice unas quesadillas en un sartén en el que creo que Edgar se calentó un poco de machaca. Al acabarme la primer quesadilla sazonada, me acordé que, del cargamento de marlin y machaca que se trajo de Mazatlán y ahora abarrota nuestro congelador, Edgar me regaló una bolsa chiquita con machaca y las siguientes dos quesadillas me las comí con un poco de ella dentro.
Pensaba guardarla para un mejor aprovechamiento culinario del privilegio de tener auténtica comida mazatleca en el df, pero se me antojó mucho ahorita y como ya quiero dejar de postergar todas las cosas en mi vida (desde mis trámites escolares hasta las pocas ideas que tengo en mi tiempo en la cocina) pues tuve una cena muy rica.
Yo sé lo austera que puede parecer mi comida en comparación de la que preparan mis roomies. Creo que a ellos se les facilita mucho eso de imaginarse, o tener noción de ciertos sabores como para pensar creativamente con el sentido del gusto y preparar comida. Yo no salgo de los sandwiches, las quesadillas, y todavía la inclusión de los molletes en mi dieta básica fue algo vertiginosamente revolucionario en mi modus vivendi. No sé si sea porque realmente soy torpe para pensar de forma ingeniosa con mi paladar o simplemente porque me tardo mucho saboreando cada cosa. El queso y la tortilla siguen siendo un abismo sensorial para mi demasiado complejo como para contaminarlo con algún otro ingrediente. Es raro cuando intento esto.
Sin querer queriendo, esto de no esperar el momento adecuado (que esos "momentos adecuados" suelen ser muy raros en mi porque postergo todo para luego) para usar la machaca que me regaló Edgar, como que me ayudó a improvisar de forma muy natural e instintiva en la cocina y hasta terminé por sentir que desarrollo más el sentido del gusto. Sin alardear de toda esta nueva curiosidad e iluminación gastronónima hasta todavía siento que me faltaron limones para echarle a las quesadillas y tal vez una salsa curada también.
Desde hace tiempo que me llama la atención la cocina y el progresar en mi desenvolvimiento en ella. El momento clave fue cuando leí todo el trip que traía Destruction en The Sandman negando su naturaleza destructiva y describiendo a la cocina como un constante acto de destrucción y creación, donde al partir verduras, alterar su consistencia y destruir en si su esencia; sirve para la creación de algo más.
Se me antoja aprender a cocinar Lasagna o algo parecido. A ver que pasa.